lunes, 2 de enero de 2012

Marco conceptual en la psicogeriatría


INTRODUCCIÓN


Se ha hablado desde tiempos inmemoriales hasta la actualidad, tanto en el ámbito popular del conocimiento, así como desde el punto de vista filosófico y también a través de los recursos teóricos y técnicos en continua evolución, sobre el sentido de la vida, siempre cayendo en la frase ya antigua pero vigente de que el único sentido real de la vida es la muerte. Podría considerarse que, como producto de que la vida sea un camino que ineluctablemente nos lleve a la muerte, el ser humano feliz de estar vivo, ha ido buscando la forma de mantener su existencia el mayor tiempo posible en las mejores condiciones posibles, y prolongar cada vez más su paso por este mundo, esto ha conducido paulatinamente a que se mejoren las condiciones de vida en general, de salud y de seguridad social en particular, dando por resultado que la expectativa de años de vida al nacer se incremente sustancialmente, pasando de ser de 30 años en las primeras décadas del siglo, a 75 en la actualidad.
Este incremento en la esperanza de vida se suma a la tendencia moderna de mantener un nivel de natalidad bajo, esta conjunción de circunstancias ha desencadenado un proceso de envejecimiento comunitario, esto es que los grupos humanos están cambiando sus pirámides poblacionales, teniendo cada vez mayor número de personas que llegan a la vejez, menor número de niños y jóvenes que lleguen a adultos y por consecuencia pocos adultos jóvenes e intermedios, así las cosas, la necesidad de mantener sanos a los adultos jóvenes e intermedios y ayudar a los que ya son ancianos a mantener o recuperar su funcionalidad, se está volviendo una prioridad de los sistemas de atención a la salud y seguridad social.
Dentro de las acciones necesarias, se incluye la atención preventiva y resolutiva de los problemas mentales y psíquicos de los ancianos, que aunque queda claro que no hay enfermedades mentales específicas del envejecimiento, a reserva de las demencias, cuya sintomatología, presentación clínica, evolución y pronóstico,tienen una importante relación con la edad, si se sabe también que los trastornos mentales, emocionales y del comportamiento tienen diferencias significativas con la de los adultos, ya que el proceso de envejecimiento y el estado mismo de vejez, normal o patológica tiene características muy particulares, que hacen de vital importancia conocer al máximo posible lo que es la senectud, para poder entender los factores de riesgo, para que durante las etapas previas se predisponga a enfermar en la vejez, así como para entender las circunstancias naturales del anciano que por si mismas son factores de riesgo para el bienestar.

MARCO DE REFERENCIA


El envejecimiento entre otras cosas esta matizado de una serie de cambios físicos, mentales, psicológicos y sociales, todos ellos determinan que al llegar a la senectud el individuo se enfrente a una auténtica crisis de adaptación, la cual puede convertirse en una forma de alcanzar la mejoría o al menos mantenerse en un nivel adecuado de funcionalidad, o provocar un proceso de deterioro, al no lograr superar dicha situación conflictiva, cayendo en un proceso de daño reversible a su bienestar o un franco proceso de deterioro, dependiendo de los recursos psíquicos y biológicos, redes de apoyo y situación socioeconómica con que cuente la persona en concreto. Es aquí donde cabe entonces preguntarnos cuáles son esas características que identifican al adulto mayor.
En primer término debemos decir que una persona de la llamada tercera edad, tiene como parte de los cambios originados por su envejecimiento, una sustancial reducción de la masa muscular, reducción notoria y progresiva de la fortaleza, frecuentemente hay afección de los órganos de los sentidos y su consecuente reducción de las capacidades perceptivas, así como modificaciones fisiológicas, que determinan una disminución en la capacidad ejecutiva, todos estos factores de manera general provocan cambios en la autoimagen, los que se reflejan en cambios del auto-concepto, la autoestima, y la particularmente dañina pérdida de la autonomía, al verse el individuo limitado para realizar actividades remuneradas, reducida su capacidad para el desplazamiento, la realización de actividades domésticas habituales, ve también limitada la posibilidad de realizar actividades recreativas y de esparcimiento, en total, se afecta la funcionalidad global, comparada con la que antes tenía.
Por lo que respecta a los aspectos mentales y psicológicos, el adulto mayor se enfrenta a una reducción de variable intensidad de algunas funciones cognitivas, tal es el caso de la velocidad del pensamiento, la capacidad misma del pensamiento analítico, la memeoria y la capacidad para adquirir nuevos conocimientos, así como la presencia de ciertas fallas en sus conocimientos prácticos y conceptuales previamente adquiridos, sin embargo y aunquegeneralmente no los asume hay un gran potencial en las funciones prácticas para la vida, la inteligencia intuitiva, enriquecida por la experiencia, esto se acompaña de una labilidad emocional biológicamente determinada, exacervada por múltiples pérdidas, esto en si mismo es un factor de tensión emocional, lo que se acompaña de la activación o resurgimiento de mecanismos psicológicos defensivos de orden regresivo como són la negación, la proyección, eventualmente la escisión y sustancialmente la condensación y desplazamiento, todo este cortejo prepara el camino para los cambios caracterológicos y de comportamiento que suelen acompañar al proceso de envejecimiento, que agrava la situación social en la que vive el anciano, así como la carencia de apoyos y rerspaldo familiar e institucional, pues es bien sabido que en la tercera edad, una gran cantidad de hombres y mujeres han perdido a sus parejas, por viudez, divorcio o abandono y otros que nunca se unieron de manera permanente y en el momento de ser mayores de edad ya las posibilidades son sumamente remotas. De igual manera ya los hijos llevan sus vidas aparte, se han separado del hogar paterno y frecuente-mente realizan pocas visitas al mismo, rematando con el hecho de que muchos de los conocidos y amigos de la misma edad ya han fallecido, estan incapacitados por alguna enfermedad o han sido trasladados a la casa de algún hijo u otro familiar, un asilo o alguna otra institución, en fin, los ancianos han perdido sus contactos sociales, sus redes de apoyo y frecuentemente incluso a la familia.

Las condiciones en las que vive este, en la actualidad, desprotejido grupo etario, se constituyen en graves desventajas y limitaciones, que atentan, en ocaciones catastróficamente, contra el bienestar integral del sujeto, predisponiendo o empeorando las enfermedades crónico degenerativas, la presencia de accidentes diversos, el descuido y el maltrato de que en ocaciones son víctimas y la carencia de recursos impide que estos problemas se puedan resolver satisfactoriamente.

LA PSICOPATOLOGÍA EN EL ENVEJECIMIENTO


Con los conceptos ya mencionados y considerando que el envejecer no es privativo sólo del aspecto, es fácil deducir que existen cambios trascendentes tanto en la estructura cerebral propiamente dicha, como en otras áreas orgánicas que se interrelacionan de manera importante con el sistema nervioso central, generando así fallas mentales y labilidad emocional, que aunadas a las reacciones psíquicas en ocasiones regresivas e inadecuadas promueven la presencia de trastornos mentales y del comportamiento, con cuadros clínicos particulares, siendo de especial interés para esta edad los trastornos demenciales, las alteraciones afectivas, preponderantemente el espectro de ansiedad y depresión, así como una serie de trastornos cognitivos, entre los que sobresale el delirium, el déficit cognitivo leve y los trastornos de personalidad.
Al identificar estas afecciones y factores que ponen en riesgo la salud, es necesario tener más cuidado en la atención a este grupo en riesgo, para lo cual es necesario considerar los elementos de organización y administración de salud, para poder insertar en los sistemas de atención individuales y comunitarios, preventivos y curativos, privados y públicos programas de psicogeriatría que den respuesta adecuada a las necesidades reales y no supuestas como suele suceder.

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