lunes, 4 de junio de 2012

PSICOGERIATRIA

La vejez no es en si misma una enfermedad. El envejecimiento es un proceso natural y consustancial al ser humano. Este, se caracteriza por un conjunto de modificaciones inevitables e irreversibles que van apareciendo con el paso del tiempo, para finalmente conducir a la muerte.

PsicogeriatríaDurante este ciclo de la vida se aprecian cambios físicos, mentales, psicológicos y sociales, que determinan que al llegar a la senectud, el individuo tenga que adaptarse a una nueva situación que podrá convertirse en una etapa de su vida en la que tenga un adecuado nivel de funcionalidad, o provocar un proceso de deterioro, al no lograr superar esta crisis. Es importante destacar que el declinar del envejecimiento se produce en cada individuo de forma distinta, puesto que el proceso depende de factores biológicos, culturales y psicosociales.

Destacar algunos de lo cambios específicos en la tercera edad:

Cambios físicos: los tejidos envejecen y pierden flexibilidad, la piel pierde espesor y elasticidad, los músculos pierden masa y fortaleza, las articulaciones pierden movilidad y se deterioran debido al desgaste y presión constantes, los sentidos (por ejemplo, vista y oído) se hacen menos agudos, con una consecuente reducción de la capacidad perceptiva, el corazón bombea con menos eficacia, la circulación empeora y aumenta la presión sanguínea al endurecerse las arterias, los pulmones pierden elasticidad provocando una disminución en su capacidad, el hígado muestra una menor eficacia en el filtrado de toxinas en la sangre.

Cambios psicológicos: los cambios corporales provocan cambios en la autoimagen, auto-concepto, autonomía, mayor labilidad emocional , disminución en la habilidad para desarrollar las actividades de la vida diaria, actividades lúdicas y ocupacionales, pueden cambiar las motivaciones: mayor desplazamiento de la atención hacia el pasado, generalmente se produce una disminución de recursos materiales y orgánicos que provocan en ocasiones una situación de dependencia de familiares e instituciones públicas y privadas.

Cambios mentales: la disminución fisiológica del número de neuronas en el cerebro altera algunas funciones cognitivas como: velocidad de pensamiento, atención, memoria, se reduce la capacidad de adquirir nuevos conocimientos y aprendizajes.

Cambios sociales: el espacio laboral es inexistente, disminuye el poder adquisitivo propio de la jubilación, se producen mayores pérdidas de personas queridas y significativas, se producen cambios en las familias: los hijos habitualmente se han separado del hogar paterno, se enviuda, pueden producirse cambios de residencia.

Es posible vivir la vejez con un nivel adecuado de funcionalidad, sin embargo en ocasiones se pueden presentar en algunas personas, situaciones específicas de mayor patología, nos referimos entonces a diagnósticos como: estados confusionales agudos o “delirium” , estados demenciales orgánicos, trastornos funcionales: trastornos afectivos (depresión, ansiedad), trastornos de personalidad, cuadros psicóticos, que requieren un tratamiento especifico y interdisciplinario.

Dado que el proceso de envejecimiento no es inalterable, los avances en medicina, tecnología, gerontología, política social (entre otros) permiten afrontar dicho proceso de un modo más positivo, potenciando y manteniendo todas aquellas capacidades conservadas, minimizando en lo posible el deterioro progresivo, ampliando recursos personales y sociales...en definitiva, mejorando la calidad de vida y posibilitando una adecuada y mas saludable adaptación al último ciclo vital

El Modelo Biopsicosocial

Las enfermedades crónicas que en una gran medida son el resultado de la conjunción de múltiples causas, donde se destacan las psicológicas, sociales y culturales, han dejado de manifiesto la insuficiencia del modelo tradicional de la medicina.
Dicho modelo, conocido como el modelo biomédico, excluye los factores psicológicos y socioculturales que modulan nuestro comportamiento y constituyen nuestro estilo de vida. Frente a este modelo de la medicina tradicional se ha planteado un modelo alternativo que toma en cuenta de modo significativo los factores psicológicos, sociales y culturales junto con los biológicos y medioambientales como determinantes en el desarrollo de las enfermedades, en su manifestación aguda y necesarios al diseñar la rehabilitación de las mismas. Este modelo recibe el nombre de modelo biopsicosocial.
El modelo biomédico
Este modelo fue establecido por Bright en el siglo XIX. Se basa en un enfoque patologista apoyado en la dicotomía mente-cuerpo.
Como ya señalamos, no contempla otras causas que las biológicas para enfocar el diagnóstico. Promueve una división anatómico-patológica de la medicina donde la persona enferma queda seccionada según cada especialidad. El tratamiento es el resultado de una objetivación bajo un supuesto curativo, y, en virtud de este rasgo de objetividad, se vuelve externo e independiente de la persona afectada y del médico interviniente.
Bajo este modelo encontramos una concepción negativa de salud, a la que se entenderá como ausencia de enfermedad. A su vez, la enfermedad se explica a partir de las alteraciones fisiológicas de la persona, desconociendo los procesos psicológicos y los aspectos socioambientales del proceso salud-enfermedad.
En los últimos trescientos años ha predominado tanto en la filosofía como en la ciencia una concepción dualista del hombre que asume la separación entre mente y cuerpo. Sin embargo, esta concepción no fue siempre dominante en la historia de la humanidad.
En antiguos libros de medicina china encontramos la postura de que para mantener una buena salud era importante sostener un balance con el entorno. Para los chinos la salud era el resultado de una armonía conjunta de la mente y el cuerpo con la naturaleza en la que el hombre estaba inmerso.
También las culturas clásicas de Grecia y Roma, incluso en el Medioevo occidental se propició una fuerte relación —y, muchas veces, la unidad— entre la mente y el cuerpo.
Esta posición holista subraya la interacción entre los factores biológicos y las diferentes personalidades o, al menos, los rasgos psicológicos más representativos. A su vez, salud y enfermedad eran un producto de un organismo en su totalidad.

Esta mirada integradora pierde su predominio en el siglo XVII cuando el estudio y comprensión de la mente/alma fue expulsada de la ciencia médica y relegada a la consideración de la religión o de la filosofía. La ciencia médica moderna nace del estrechamiento del campo médico a los límites del cuerpo, respondiendo al nuevo paradigma dualista que separaba, como independientes, el cuerpo y la mente.

La enfermedad fue considerada desde entonces un problema exclusivamente patofisiológico y sólo a través de la biología los médicos encaraban su curación. Esta posición se reforzó, indudablemente, a partir de los muchos descubrimientos tanto sobre las causas de las enfermedades como de mejores tratamientos y el auge de las vacunas que permitieron un mejor control preventivo de muchas enfermedades.
En el siglo XIX el descubrimiento de los microorganismos causantes de muchas enfermedades revolucionó la medicina y la apuntaló aún más en este dualismo.Los factores psicológicos de la enfermedad quedaron reducidos a cuestiones del “espíritu”. El esfuerzo médico se centró en las infecciones, no sólo en su curación, sino muy básicamente en su prevención. Se erradicaron enfermedades históricamente graves.
Sin embargo, una serie no poco importante de “desórdenes” quedaban sin explicación y escapaban a las clasificaciones médicas de la época. Y esto motivó una revisión del paradigma desde médicos como Bernard que enfatizó la contribución de lo psicológico en las dolencias físicas. La teoría de Freud contribuyó a su vez para que la medicina retomara, lentamente, una mirada sobre la interacción de los factores psicológicos y físicos en algunas dolencias que permanecían sin explicación y sin tratamientos eficaces. Pero, por muchas décadas siguió predominando el enfoque sobre el cuerpo, los microorganismos y y los determinantes biológicos de las enfermedades
El modelo biopsicosocial
Frente al paradigma tradicional, Engel en 1977 propone un modelo que se apoya en la concepción de que en todos los estadios del proceso salud-enfermedad coexisten factores biológicos, psicológicos y sociales implicados. Tanto en lo que respecta a un estadio de salud como en los diferentes niveles de enfermedad.
Este modelo ya no piensa a la persona dividida, como una mente que gobierna una máquina, el cuerpo; sino que la comprende de un modo holístico como la integración de sistemas y subsistemas siempre interrelacionados en un proceso dinámico y transaccional:
eterminantes biológicos de las enfermedades.


Para el modelo biopsicosocial ya no es el cuerpo el que enferma, es el ser humano en su totalidad: una unidad biopsicosocial.

 Una comparación entre ambos modelos:
La incorporación de elementos psicológicos y sociales como factores de riesgo de diferentes enfermedades, —como es el caso de las enfermedades cardíacas, el cáncer, las gastrointestinales o las dermatológicas—, se han considerado desde estos dos modelos de intervención desde dos perspectivas:
  • como un “agregado” al modelo biomédico tradicional
  • desde una articulación de factores biológicos, sociales y psicológicos en el modelo biopsicosocial. 

AMBOS MODELOS TIENE VENTAJAS Y DESVENTAJAS

  • El modelo biomédico ha permitido un importante desarrollo de los métodos de diagnóstico, de las técnicas quirúrgicas y de la farmacología.
    Pero, acentúa una visión curativa de la enfermedad en detrimento de un enfoque preventivo. Este enfoque se ha vuelto necesario en la medida en que muchas enfermedades crónicas —como, por ejemplo la enfermedad coronaria y algunos tipos de cáncer— son causa de altos índices de mortalidad en el mundo entero.
    Por su parte, el modelo biopsicosocial —que exige un mayor intercambio interdisciplinario no siempre posible— nos permite una mayor comprensión de la patología que desemboca en un desarrollo más amplio en lo concerniente a la Prevención Primaria y en la Rehabilitación integral de la persona apuntando a mejorar su calidad de vida.
    Por lo tanto, se hace necesaria una revisión de ambos modelos con una perspectiva crítica que nos permita comprender los alcances de cada uno en la práctica clínica
    El siguiente cuadro nos permitirá una comparación en sus aspectos más relevantes
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Modelo biomédico

Modelo biopsicosocial


Concepto de enfermedad
La enfermedad es causada por un desorden en el funcionamiento corporal.
La enfermedad está determinada por un conjunto de factores biológicos, psicológicos, sociales y culturales, que interaccionan de modo complejo y único en cada persona.
Concepto de salud
La salud es la ausencia de signos objetivos y/o síntomas subjetivos de funciones corporales inadecuadas.
La ausencia de enfermedad es una condición necesaria pero no suficiente de la salud. La salud involucra también un funcionamiento óptimo en los niveles psicológicos y sociales.
Rasgos del modelo
Dualismo mente-cuerpo 
Mecanicismo: cuerpo=máquina 
Reduccionismo: de los factores psicosociales a factores orgánicos. 
Negativismo: enfoque en la enfermedad y no en la persona.
Multifactorial: en la complejidad e interacción de factores de riesgo. 
Concepción integrada de lo psíquico y lo biológico. 
Orientación tanto hacia la salud como hacia la enfermedad.
Ventajas
Desarrollo farmacológico.

Educación popular sobre medidas higiénicas.

Desarrollo de métodos diagnósticos más precisos.

Desarrollo de técnicas quirúrgicas.
Mayor comprensión del desorden patológico, con mayor poder explicativo. 
Desarrollo más amplio en Prevención Primaria de la enfermedad. 
Rehabilitación integral de la persona coronaria, enfocada en mejorar su calidad de vida.
Desventajas
Preponderancia de una visión curativa sobre una visión preventiva de la enfermedad. 
Adopción de un rol pasivo frente a la enfermedad que conlleva una pobre responsabilidad frente a la salud. 
Preocupación excesiva en la duración de la vida en detrimento de la calidad de vida.
Exige un mayor intercambio interdisciplinario.
La conformación de equipos de salud multidisciplinarios, para la prevención y rehabilitación de la enfermedad. 
Dificultades teóricas y empíricas en la consideración de los factores de riesgo, según las diferentes posturas teóricas disciplinarias. 
Peligro de un relativismo en el análisis de los factores que determinan la salud y la enfermedad.


De la comparación entre ambos modelos surge la necesidad de una integración de los enfoques. No se trata pues, de abandonar un modelo por otro. Sino de incorporar las ventajas del modelo biomédico, tanto en su desarrollo de métodos de diagnóstico, como en técnicas de tratamiento (farmacología, cirugía) en una mirada más amplia que apunte a la mejora de la calidad de vida de las personas. Y permita la asunción de programas, no sólo de rehabilitación de la enfermedad, sino de Prevención Primaria de la misma.
No es desacertado recordar aquí que los costos de diagnóstico y tratamiento de la mayoría de las enfermedades crónicas son considerablemente elevados. Programas de Prevención basados en la adopción de una vida saludable, no sólo promueven una mejor calidad de vida, sino que reducen los costos de enfermedad de modo considerable.

Para el modelo biopsicosocial la causalidad no puede ser lineal. La enfermedad es siempre un fenómeno múltiple. Por tanto, la función del médico se modifica:

ya no se trata de curar la enfermedad sino de cuidar la salud

Esto que parece sólo una sutileza del lenguaje, ha abierto la consideración básica de entender al enfermo como persona y de comprenderlo en su medioambiente vital y en el conjunto de respuestas a las demandas de dicho medioambiente.
Bibliografía
LAHAM, M., (2006) Escuchar al corazón, psicología cardíaca, actualización en Psicocardiología. Ed. Lumiere, Buenos Aires.
VERA, P. y OBLITAS, L. (2005). Escalas y cuestionarios en psicología clínica y de la salud. Bogotá: PSICOM.
OBLITAS, L. (2006). Psicología de la salud y calidad de vida. 2da. Ed. México: Thomson.
MORALES CALATAYUD, F., (1999) Introducción a la Psicología de la Salud. Paidós. Bs. As